la historia de luz

Notaba como sus brazos se deslizaban por mi cuerpo casi desnudo, una de ellas rodeaba mi cintura y la otra, ¡¡a dios donde va la otra!! Notaba como la deslizaba por mis caderas, bajando por el muslo, me tenía totalmente agarrada, quería besarle pero a la vez pensaba que era muy pronto. Nos miramos a los ojos, note como sus brazos se tensaban, me elevo y Salio corriendo hacia la piscina
-¡¡Javi no!! ¡¡Otra vez no!- demasiado tarde, cogió impulso y se lanzo al agua, nos sumergimos juntos, pegados, demasiado, el me sostenía, sus manos estaban demasiado cerca de mi culo pero eso ya me daba igual, yo estaba abrazada a su cuello, no quería separarme de el.- ¡¡invecil!!
-No te enfades princesa, te notaba muy acalorada, y por cierto bonitos pantalones- ¡¡mierda! Cuando nos separamos perdí la toalla, mi ropa interior era un sujetador rosa a rallas blancas y en la unión un pequeño pastelito y mi culot era negro cosido en rosa con los detalles de un pantalón, me acerque a el y le hice una aguadilla, pero el me hundió con el, que manía tenían todos con hundirme con ellos, vi como se quitaba el vaquero, estábamos igualdades.
Al poco tiempo todos estaban igual y la piscina parecía un armario, todo el fondo lleno de zapatillas y ropa. Me empezó a doler la cabeza y tenia frío, así que salí de la piscina y me tumbe en una hamaca.
-toma.- dijo poniéndome su chaqueta por encima
-no gracias, me voy a casa, me encuentro mal
-¿quieres que te acompañe?
-No, además nos van a mirar mal, los dos empapados y en ropa interior,
-Me da igual lo que piensen.
-Déjalo vale, me tengo que ir.- se estaba poniendo muy pesado y sobre protector- adiós.
-Adiós…
Me fui a casa, tenia muchísimo frío, me estaba empezando a marear, todo me daba vueltas.

-¡luz! ¡Luz! Me oyes?- esa voz, no podía estar otra vez ahí
-estoy bien no pasa nada.
-Ya, y por eso llevas dos horas ahí tirada.
-…
-Ven entra dentro- no me dio tiempo a rechazar su oferta, me tenia cogida en brazos.
-¿Donde vamos?
-A casa de mi primo, me ha dicho que no viene a dormir.
(*…*…*)
Llegamos a su casa, me encontraba mejor, ya no me mareaba y podía andar sola.
-¿quieres darte una ducha?
-Si, gracias- entre en el baño, deje la ropa, la poca que traía en el suelo, estaba muy cansada, mientras me duchaba pensé en un millón de cosas, pero sabia que algo se me olvidaba, algo importante. Me termine de duchar, cogí una toalla me puse una toga en el pelo y me puse un albornoz, olía a el, se lo habría traído de su casa.
-¿Mejor?
-Si, olía demasiado a cloro, pero no tengo ropa…
-Espera- se fue del cuarto, y volvió con una camiseta negra.
-Gracias.- volví al baño, saque de la mochila que lleve a la fiesta otro conjunto de ropa interior- ya estoy
-¿Quieres comer algo?
-Um… vale, un cola Cao
-No se si abra voy a mirar- al rato volvió con una camiseta negra lisa y un vaso con chocolate
-Gracias,- me la puse rápidamente estaba congelada. Y me tome el chocolate, quemaba pero me daba igual.
-Si quieres puedes dormir aquí
-Vale
-Me voy a duchar, que duermas bien
-Javi espera… siento haber sido tan borde antes, es que me estaba agobiando demasiado.
-No pasa nada- me miro a los ojos, madre mía sentía que me desmayaba en cualquier momento- ahora vuelvo
-Espera…
-¿Me vas a dejar ducharme o no?
-Si… pero… no hace falta que duermas en el sofá, puedes dormir aquí…
-Me estas diciendo que duerma contigo- al acabar de decir esto sonrío, tenia una sonrisa perfecta
-No, te estoy diciendo que duermas en el suelo –dije y le saque la lengua
-Con que esas tenemos- se me acerco rápidamente y me empezó a hacer cosquillas.
-No… ¡¡Javi para por favor!!!- me retorcía sobre mi misma, no aguantaba que me hiciesen cosquillas- ¡¡por favor!! ¡¡Ahí para que duele por favor!!!
-¡Pues retira lo que has dicho!
-¡Nunca!- hice un pequeño esfuerzo y ahora era yo la que amenazaba con hacer cosquillas, esta encima de el.
Empecé a hacerle cosquillas, se retorcía igual que yo aunque intentaba esconderlo
-¡¡vale, vale me rindo!!
-Así mejor- no me di cuenta, pero de tanto retorcimiento nuestros cuerpos estaban demasiado cerca, mi largo pelo negro como el azabache todavía húmedo recorría mi cuerpo y rozaba el suyo.- anda acuéstate que es tarde- parecía que le molestase estar conmigo
-¿Te ocurre algo?
-No…
-Ya, y por eso estas tan raro conmigo…
-No estoy raro, soy raro…
-No eres raro, eres perfecto…
-Perfecto? Venga ya…
-Si, si se te mira como amigo eres perfecto, sabes escuchar, ayudar y todo si se mira como novio, eres cariñoso, agradable y gracioso
-¿Me estas diciendo que quieres salir conmigo?
-¡¿Que?! ¡No!- cogí una almohada, y le di con todas mis fuerzas.
-Serás!- cogió otra almohada
-Vale, ya me duermo- abrí la cama y me acosté- ¿vienes o duermes en la alfombra?
-Vale
La cama era de matrimonio así que teníamos cada uno nuestro espacio